miércoles, 28 de octubre de 2009

La Rata Infecta Contra los Intolerantes Par Zree y Finale o La Rata Infecta Dice Adiós



¡Aló, mom puturrús de foie!

Desde que hice mi penúltima entrada vivo acojonada perdida.
Quizás muchos de vosotros penséis que me lo busqué. Que no podía haberme metido con un enemigo más grande y más peludo. Pero lo hice. Lo hice porque necesitaba levantarme frente al opresor. Necesitaba gritar a los cuatro vientos que podía enfrentarme al tirano. Que podía luchar contra el invasor. Que prefería morir de pie que vivir de rodillas. Que no había enemigo que pudiera doblegarme. Pero heme aquí, acurrucada bajo la mesa mientras con garras temblorosas escribo estas últimas líneas que me despiden de vosotr@s y os hacen llegar mi último adiós.
Quiero que me recordéis como la encantadora, inteligente, sensual, divertida y extremadamente atractiva rata que os ha hecho sonreír estos últimos meses. Como el afectuoso y perspicaz roedor que salía de su maloliente cloaca para contaros su vida en el inframundo desde el punto de vista de un simpático animalillo de largos bigotes y sedoso pelaje en el lomo.
Os lo he enseñado todo. Rataciudad, Bubilandia, mis fiestas con Berlusconi, las de Glaglagluix, mis tangas… Os he mostrado mi mundo. Os he hablado de Dios. De mis conversaciones con Él. Pero ni Él, tan omnipotente, puede hacer nada por salvarme la vida. Porque sí, mis querid@s puturrús de foie, estoy en peligro mortal. Si hace meses me las tenía que ver con ‘Peluchito’, ahora mismo mi enemigo es más cruel y despiadado. Más mortífero, más letal. Y aunque desconozco su nombre, sí sé que viene por mí. Y que me despedazará en cuanto me descuide. Por eso tengo que huir para salvar el lustroso pelaje que tanto me ha costado mantener.
No sin antes haceros partícipes de mis penurias. Para que podáis comprender el alcance de la amenaza y el riesgo que corro.
Como ya os conté en anteriores entradas, el gato de mi vecina se colaba en casa cada dos por tres. Al principio pensé que venía sólo y exclusivamente a por los juguetes de mis sobrinos. Más tarde me he empezado a dar cuenta de lo equivocada que estaba.
Hace unos días, me llegó a mi perfil de Feisbuk una inquietante foto enviada por Ratahermano mayor. Al principio creí que era una broma, pero cuando me fijé en el archivo, vi que no tenía ni p*** gracia…



Pero, a los pocos días recibí otra foto más. Ya no era Ratahermano Mayor, sino una persona sin identificar…



¿Os reís?
Pues yo ni pizca.
Pocos días después, encontré nuevas fotos en mi correo electrónico, todas relacionadas con mi vida a la que se le ponía un final cada vez más próximo.











Y el motivo por el que se me enviaba tan cruel mensaje.



Por eso, querid@s mí@s, cierro el blog. No puedo soportar tanta presión. Ya ni mi vecino en calzoncillos puede levantarme la moral. Estoy asustada, lo admito. Y soy incapaz de acudir a la policía a contar mi trauma porque sé que no me creerían. Las ratas estamos obligadas a extinguirnos con el mayor de los sufrimientos.
Os ruego que no lloréis por mí. Voy contenta a plantarle cara al ocaso de mi existencia. Porque sé que me reencontraré con mi amigo Dios (sí, el mismo que baja a mi cloaca cada dos por tres a dejarme sin cerveza y sin ganchitos…).

Os llevaré en mi corazón.

¡Un beso, mom petits de sussue!

La Rata Infecta.

Pd.: Si estáis leyendo estas líneas, será porque estoy muerta. Quizás mi cuerpo lo haya cocinado ya algún ‘Fast food’…





...


































O quizás no



XD

¡¡¡¡¡NOS VEMOS EN LA SIGUIENTE ENTRADAAAA!!!!!

domingo, 18 de octubre de 2009

La Rata Infecta contra los Intolerantes Par Chu

En capítulos anteriores…

[La Rata Infecta responde con pruebas a la vecinatontaloscojones, dueña de gatomierda, el felino aventurero que amenaza con dinamitar la paz existente en su tranquila cloaca]

¡Aló, mom puturrús de foie!

En estos despejados y apacibles días, ya tenía planeada cuál sería mi siguiente entrada en el blog hasta que algo vino a golpearme en los hocicos, como una ola se abate sobre un castillo de arena construido por pequeñas y regordetas manos de cría humana.
Volvía yo ayer a mi cloaca feliz y pizpireta. No había nubes en el cielo, se respiraba tranquilidad y la vida me sonreía.
Aparqué mi humilde utilitario…

(¡Hay que ver! Si no la pongo reviento XDDD)

… frente a la entrada de mi pútrida morada cuando…

- ¡Rata Infecta!
¿Quién me llamaba? No sonaba como un grito. Era más un susurro. Me giré despacio. Sin saber con qué podía encontrarme. Uno de los vecinos de la cloaca me salía al paso con una serie de papeles en una garra que no pude identificar (los papeles, no la garra, que era la derecha XD).
- ¡¡¡¡¡HOMBREEEEEEEEEEEEEEE, VECINOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!!
- ¡Chsssssst! ¡Calla, coño! Que voy de incógnito.
Me fijé bien en él. Efectivamente. Donde a diario tenía un vecino tan normal como este…


Podía observar cómo con unos cuantos retoques se había convertido en un auténtico camaleón del barrio. Imposible de descubrir hasta por los ojos más expertos en desvelar misterios (pongamos por caso los de Iker Jiménez).


Me hizo guardar silencio y me llevó a un aparte, donde, en tono confidencial decía, mientras me daba una revista:
- Página 10. Versículos 2 al 9.
Cogí la revista con decisión mientras mis ojos vagaban por las páginas con nerviosismo… ¿Y si me equivocaba y me iba a la doce? ¿Y si no era capaz de reconocer los números?
- ¡Quita, coño! Tas empaná. –Me espetó mi vecino mientras arrebataba de mis garras la revista y me buscaba él la página. Después, volvió a dármela a la vez que me decía susurrando: Léelo.
- 10. Número 177. Guión Octubre 2009. Boletín Rataciudad. El Buzón de los…
- ¿¿¿¿¿QUÉ COJONES TÁS HACIENDO, COÑIIIIIIIIIIIIIIIOOOOOOOOO?????
Reconozco que aquí hubo varios incautos pájaros que levantaron el vuelo indignados. Si mi vecino quería mantener la confidencialidad, no lo estaba logrando, que digamos, quizás no tuviera idea de cómo debía hacerlo...
- ¿Leer?
- Anda, déjame a mí, déjame.
Volvió a arrebatarme la revista de las garras mientras yo posaba la mirada en una inmensa vena de color azulado que palpitaba en su frente... Era inquietante... Hipnótica. Con su aterciopelada y musical voz leyó lo siguiente:

De lo que yo saqué las conclusiones que pongo a continuación:
1. Que no estamos solos en la lucha. Las ratas que permanecen unidas, permanecen unidas… ¿o no? ¿Alguien tiene arrestos para discutírmelo?
2. Que el autor se columpia un poco. Él no debe saber que, realmente, a quien pone a parir no es a su vecino directo, sino a mi padre. Nosotros vivimos cuatro cloacas por encima de la suya. Pero no se lo voy a tener en cuenta.
3. Que el mismo vecino que viste de gato, me comentó que la manía del minino de meterse en camas ajenas no es nueva. Ya lo ha hecho, que se sepa, con dos vecinos más. Lo qeu me pregunto es porqué al vecino que se viste de gato no le ha dado por colarse en la mía cuando no lleva el disfraz... [Nota Mental: preguntárselo cuando tenga ocasión]
4. Que la gata que supuestamente desapareció, parece que fue dada en adopción por la misma dueña. Con lo que se deduce:
a) Que fue regalada con posterioridad a su temporal escapada para no tener que dar explicaciones a los vecinos por haber insinuado que mi padre pudiera haberle hecho algo.
b) Que es realmente rastrera si lo hizo antes de la insinuación. Porque ella ya sabía donde estaba el adorable animal.
5. BRAVO POR GUILLÉN SARABRIA
6. Esto se merece un gran y sonoro: ‘¡ZAS, EN TODA LA BOCA!’.

XDDDDD

¡Un beso, mom petits de sussue!

PD: Efectivamente, Guisguis, en mi anterior entrada se me olvidó añadir que la señora, cuando discutió con mi padre por las aventuras de su enternecedora gatita, al verse con los colores subidos dijo varias veces: ‘Si lo llego a saber no le traigo los juguetes’ y ‘me arrepiento de haber traído los juguetes’…
PD2: Prueba de Agudeza Visual. Aquel que encuentre tres diferencias entre la foto de mi vecino sin disfraz y la de mi vecino con disfraz, se llevará la fantástica suma de veinte cuchipremios… ¡¡¡¡¡VEINTE CUCHIPREMIOS!!!!! Lo estamos dando, lo estamos regalando, OIGAAAAAAAAA… PD3.: Esta noche me noto insomne… Voy a ver si mi vecino me cuenta un cuento y me lleva a la cama XDDDDDDDD ¿O es al revés? No, no. Me gusta más así XDDDDD

Como no podía ser de otra manera. La canción es:

domingo, 4 de octubre de 2009

La Rata Infecta contra los Intolerantes

¡Aló, mom puturrús de foie!

Alguna vez he hecho en este blog un bosquejo bastante apañado de los habitantes de Rataciudad. Pues bien. Hoy os voy a hablar de los vecinos que me rodean. ¿Por qué? Por una razón muy simple… ¡¡¡¡¡PORQUE ME SALE DE AHÍ MISMO!!!!! XD.
Hace un par de semanas, Rataciudad se levantaba con una nueva promesa del mundo de la pluma. Una mujer que se está haciendo un hueco en la Ciencia Ficción con columnas como esta en la sección de Opinión de una revista local.



En vista de que me siento aludida… muy aludida, voy a hacer lo que me piden el alma… el corazón… el cerebro… y ¡mis ovarios!

Querida I. Murillo (Ipuntomurillo):

Por desgracia, mis progenitores me han prohibido terminantemente contestar a su carta en el mismo medio de información. Por suerte, no han dicho nada de responder en mi blog. Así que, ‘¡Al ataquerrrrrrrl!’.
Como alguien dijo una vez, en una historia siempre hay tres verdades. La verdad de uno, la verdad de otro y la verdad.
Y como su carta cojea como un palomo con una sola pata, me veo en la obligación de iluminar los puntos oscuros que en ella encuentro y que son los siguientes:

1. Efectivamente, cuando se vive en comunidad hay que tolerar ciertas molestias:
a) El ladrido del perro. Nada que objetar porque yo ya no tengo. Se da la casualidad de que es la vecina que vive en la cloaca que hay entre la suya y la mía.
b) El humo de la barbacoa. No sé si lo dirá para lanzar la bombita. Pero podemos tener en cuenta, si usted quiere, que su hija hace barbacoas con una parrilla portátil cuando usted y su marido no están en casa. Y hay varios testigos de la que montó la última vez allá por el mes de julio. Cuando creíamos que íbamos a tener que llamar a los bomberos al pensar que incendiaban la casa.
c) Las hojas del árbol del vecino. Me limito a remitirla al punto 1.a, y a añadir que usted también ha tenido árboles en su jardín. Por lo que debería aplicarse el cuento.
d) Los gritos del niño. ¿Quiere que los amordacemos o les pongamos un collar de castigo?
e) Los gritos de los padres del niño. Me limito a remitirla al punto 1.d.

2. Indica usted que vino a nuestra cloaca a disculparse porque su gata entró en nuestro jardín y se llevó varios juguetes y quería devolvérnoslos. Pues bien. A esa maravillosa e idílica estampa llena de ternura, comprensión y estupendísimas canciones de ‘Sonrisas y Lágrimas’, voy a añadirle unos cuantos detalles. Sin acritud:
a) Que usted, en ningún momento, pidió disculpas por el comportamiento poco adecuado de su mascota.
b) Que nos devolvió los peluches sin tan siquiera pasarlos por la lavadora.
c) Que pasó por alto que algo tan tremendo como una alergia a pelo de gato pudiera darse a alguno de nosotros. Cosa que es el caso. No de ninguno de mis sobrinos (que son los que juegan con los juguetes y peluches), sino de uno de mis ratahermanos.
d) No nos devolvió uno o dos peluches, sino seis: dos elefantes, un camello, un león, un Piglet y un Nico de Imaginarium... Aunque es posible que se me olvide alguno. Esto viene a demostrar que su gata, a no ser que sea una auténtica heroína, tuvo que entrar más de una vez en esa misma noche para cometer su ‘pequeña’ hazaña.
e) Recordarle que su 'disculpa' fue algo así como: 'Tengo estos gatos así que...'. Cosa que sería como decirle a usted: 'Me he comprado un tigre, así que guarde a sus hijos en casa'. Si eso es una disculpa, que baje Dios y me lo explique con dibujos, porque no lo entiendo.

3. Sinceramente, señora vecina, me suda la… nariz, que sus gatitos estén desparasitados y totalmente vacunados. ¿Por qué?
a) Porque la vecina de la siguiente cloaca (tres por encima de usted, es decir, la siguiente a la nuestra, llamémosle ‘C’), vino quejándose un día de que había encontrado a su adorable mascota, tumbada tranquilamente sobre la colcha de su cama cuando salía del baño. ¡Deprimente! ¿Acaso ‘C’, con el asco que le dan los gatos y más los que no conoce (dicho por ella), tiene que ‘tragar’ con su negligencia para con sus propias mascotas o con las ‘adorables’ visitas con que ésta le obsequia?
b) Porque la vecina ‘G’ (que vive entre su cloaca y la mía) nos regaló hace unos meses una piscina ‘hinchable’ para mis sobrinos (El Guisante, el Pelotilla y el Canijo) y que apareció, INEXPLICABLEMENTE, pinchada y revuelta en el césped del jardín donde la habíamos dejado plácidamente la noche anterior. ¿Cómo es posible que los pinchazos tuvieran las marcas de unas adorables garras?
c) Porque en nuestro césped han aparecido corritos de hierba quemada. ¿Serán de pis?
d) Porque en nuestro césped han aparecido encantadoras muestras biológicas sólidas de color marrón que, a no ser que salgamos de noche nosotros al jardín a cargar en él sin darnos cuenta, me inclino más a pensar que la culpa es de su simpática mascota.
Por lo tanto, que los gatos hayan nacido o no en su casa, que se utilicen para terapias con niños autistas o discapacitados, o que vengan de la mismísima Casa del Rey, me la suda… y de qué manera, oiga.

4. Dice usted que no le gustan los gatos. Curiosa manera tiene de demostrarlo cuando en su casa (que yo haya contado), ha llegado a reunir cuatro de golpe y porrazo. Cosa que me la pela. Pero aguántelos usted, que los demás no tenemos la culpa.

5. Efectivamente, mi padre fue poco diplomático con usted. Pero, teniendo en cuenta lo que le acabo de enumerar, es poco lo que hizo y poco lo que le pueda hacer a sus ‘deliciosas’ mascotas. A fin de cuentas, mi padre estaba defendiendo su propiedad.

6. ¿Quién es usted para hablar de educación y de legar mensajes a niños cuando trata así a sus mascotas? ¿Cuándo no les imprime ningún tipo de disciplina? ¿Tenemos que hablar de respeto al prójimo? ¿O pasamos página teniendo en cuenta que yo todavía estoy esperando a que su hija (sí, su hija), venga a mi casa a pedirme disculpas por un arañazo que me hizo al coche con… ¡oh, albricias y jolgorios!, su ‘Megane’ azul metalizado? ¿Hablamos de educación? ¿De la misma que le ha inculcado usted a su hija cuando le arreó otro golpe a mi hermana en el coche, estando ella dentro con mis sobrinos, y no fue capaz de bajarse y pedir disculpas teniendo en cuenta la fuerza con que lo hizo al echar marcha atrás sin mirar y a toda velocidad? ¿De esa educación? ¿O de la que demostró alguien de su cloaca cuando, hace poco, viniendo unos tíos míos a cenar a la mía (uno de ellos en silla de ruedas), tiraron una colilla por encima de la puerta de SU jardín dándoles de lleno y, tras recibir la reprimenda de uno de ellos ustedes hicieron, lo que se dice, 'mutis por el foro'? ¿O quizás cuando en esa otra ocasión, alguien en su propiedad celebró una fiesta hasta altas horas de la noche (con las consiguientes molestias a los vecinos colindantes) y, a la mañana siguiente cuando estos fueron a pedirles explicaciones ustedes no quisieron abrirles la puerta? Ellos los vieron aparecer instantes después por la zona de los garajes y les hicieron llegar su malestar. Ni usted, ni ninguno de los que había allí dijeron nada. Eso sí, al cabo de un par de horas (o de días, no recuerdo qué me contaron), los susodichos vecinos se encontraron en su buzón una nota manuscrita en la que les ponían de vuelta y media. Llamándolos groseros y quién sabe cuántas cosas más. ¿Hablamos de esa educación? ¿O hablamos de ese ‘diálogo’ y ‘fuerza de la palabra para resolver conflictos’. Ver la paja en el ojo ajeno…

Y he aquí mis conclusiones:
1. No estamos hablando de hacer daño a un animal. Pero cuando yo me lo encuentro en la cocina de mi casa sin haber sido invitado; cuando al cabo de unos días se lo encuentran mis padres en el salón tan ricamente; cuando nos pincha la piscina de los sobrinos; cuando se le piden explicaciones y usted se calla porque es incapaz de pregonar con el ejemplo; cuando su adorable mascota nos roba (sí, nos ROBA), los juguetes de los niños; cuando su gatita se sube por las tapias de los vecinos y es capaz de esperarlos tumbada en las camas ajenas; cuando se nos caga y mea en el jardín; y cuando usted es incapaz de venir a pedir disculpas, sí, se nos hinchan las pelotas. Y, aunque a su gatita (tan desparasitada ella y tan mona), no le pase nada, tendemos a querer colgarla del palo mayor. O a hacernos una estola con su pellejo. ¿Por qué? Pues porque el ser humano es territorial por naturaleza. No llegamos al nivel de los perros de tener que mearnos en las esquinas. Pero nos gusta que los de fuera respeten nuestra propiedad. Es mi casa. Y si no quiero gatos, no los quiero. No tengo porqué soportar los de la vecina maleducada de turno.
Debo añadir que yo he tenido perro. Un Samoyedo más bonito que un San Luis. Plasta y cotilla. Y que alguna vez se ha colado en garajes ajenos, sí. Pero nos hemos deshecho en disculpas con el 'afortunado' vecino que ha visto entrar en su propiedad a nuestra gigantesca y juguetona bola peluda.
2. Yo no tengo ninguna queja sobre la educación de mis sobrinos. Pero, teniendo en cuenta que es usted psicóloga infantil de apoyo a refugiados que el Ayuntamiento de Rataciudad pone a disposición de los ciudadanos, sí las ha habido sobre usted. Tanto a nivel profesional, como a nivel vecinal.
3. Hace un par de semanas, al levantarse mis padres, observaron a uno de sus gatos enganchado a la red con la que mi padre protege las uvas de su parra de los pájaros. Lo soltó para que corriera ágilmente a los brazos de su ama mientras él (mi padre), se dedicaba a quitar los excrementos que nos había regalado su adorable mascotita. Tenga una cosa en cuenta, señora I., mis padres se van de vacaciones esta semana. Si yo me levanto y veo a su gato enganchado (adoro a los animales, pero esto ya es el colmo), prometo que no lo voy a tocar, no. Le haré unas cuantas fotos en la posición en la que le halle, iré hasta su casa y, si es necesario, la arrastraré a usted de las orejas para que lo recoja con los dientes si es preciso. Si, por el contrario, son cacas de gato lo que me encuentro (yo ya no tengo, lamentablemente, ningún animal, por lo que habré de deducir que son de gato), la recogeré con mucho gusto y se las podré en una bolsita en el buzón, colgadas del pomo de su puerta o en el mismo suelo de su casa. Todo por la convivencia, la tolerancia y la educación. ¡Tómeselo como una amenaza!
Para muestra de lo que digo, aquí tengo unas cuantas pruebas del merodeo del p*** gato de los c***nes.

Fotos tomadas el 6 de abril de este año en nuestro jardín y sobre nuestro Pruno.





Fotos tomadas el pasado 23 de septiembre:

1. Gatomierda paseándose:


2. Gatomierda disimulando:


3. Sistema de última tecnología para evitar que el gato se les escape. Creo que en la NASA hacen algo por el estilo en los transbordadores para evitar abordajes alienígenas...


4. Gatomierda paseándose II


5. Gatomierda en acción


6. Malla donde se engancha la mierdagato.


7. Gatomierda alejándose calle arriba...


8, 9 y 10. Gatomierda entre la maleza. Prueba de agudeza visual.






¡Un beso, mom petits de sussue!

PD.: Ni la vecina ‘G’, ni la vecina ‘C’, ni nosotros sabemos dónde está su maravillosa gata. Pero le doy pistas de dónde puede empezar a buscarla. Aunque a veces esos bichos desaparecen durante días sin dejar, tan siquiera, una nota de despedida...









Pruebe a buscarlo aquí...



O aquí...



Incluso aquí...



O aquí...



O aquí...