martes, 31 de marzo de 2009

Y Dios Castigó a la Rata Infecta. Tercera Parte (Bubi 3:1-2).

En Capítulos Anteriores…

(Bubi 1:1-2).

[Dios se lo piensa bien y castiga a la Rata Infecta con una dislocación de mandíbula en lugar de cerrarle el blog después de decir todo lo que ha dicho sobre Él. Parece ser que el Altísimo ha decidido obviar los comentarios sobre Ratzinger. ¿Será porque ni Él mismo lo aguanta?].

(Bubi 2:1-2).

[Dios decide enviar la undécima plaga sobre Bubilandia para reventar la manifa fachorra antiabortista. Dicha plaga es peor de lo que la Rata Infecta esperaba. Anselmo vuelve a pisar Bubilandia más tocahuevos que nunca].


¡Aló, mom puturrús de foie!

Como tod@s sabéis, el jueves tuve otra charla con el Altísimo. Una charla de provecho de la que saqué en claro que con Él no hay que andarse con chiquitas y que si quiere tocar las narices, lo hace a base de bien.
El viernes me levanté a la hora acostumbrada en mi cloaca cuando recibí un mensaje en el móvil que me dejó helada. Un sms proveniente de Anselmo que decía así: ‘Ten miedo, ten mucho miedo’. ¿Mi amo me estaba amenazando? Recordé la conversación con Dios y se me hizo un nudo en la garganta. ¿Era miedo lo que sentía o es que me había tragado una bola de pelo? Debía de ser miedo, porque el cielo parecía estar avisándome de lo que me esperaba.
¡mis queridoscaramelitosdemielyalmendrascubiertosconunacrujienteyespesacapadechocolate! Ahora me arrepiento de no haber corrido a esconderme en mi cloaca para no salir de ella en lo que quedaba de fin de semana (que era todo, puesto que, como ya he dicho, estábamos a viernes). Pero, ¿qué podía hacer? ¿Huir? ¿Esconderme?
Decidí plantarle cara a mi Destino, coger el toro por los cuernos, hacer de tripas corazón y todas las frases hechas que significan lo mismo, y llamé a Anselmo.

Rata Infecta: ¿Mi Amo?
Anselmo: Ya estoy en Bubilandia y que sepas que voy a ir a por ti.
(¡Glups! ¡Mkgonlaostiaputa! Casi prefiero que venga una horda de beatuchos de mierda a evangelizarme).
Rata Infecta: ¿No preferís ir al ‘Museo del Prado’?
(Por no mandarte a la mierda, sucio mandril desorejado).
Anselmo: ¿Qué Museo ni qué ocho cuartos?
(¿Ocho cuartos no son dos unidades? ¿Dos unidades de qué?).
Rata Infecta: Un Museo precioso que hay en Bubilandia y que…
Anselmo: ¿Te crees que soy un guiri? A mí llévame a comer cochinillo o cualquier cosa que tenga grasaza, que tengo mono.
(¡Anda, como Marco! ¡El de los Apeninos y los Andes!).

Rata Infecta: ¿Qué os parece Toledo, mi Señor?
Anselmo: ¿Toledo?
Rata Infecta: Sí, mi señor…
Anselmo: ¿Toledo está lleno de beatos a los que poder escupir?
(Mkgonlaputa, al final Dios me cierra el blog. Al final me lo cierra, verás tú…).

Rata Infecta: Hay iglesias, hay una catedral, hay conventos…
Anselmo: Beatuchos de poca monta, sin duda. ¿Se les puede pisar?
Rata Infecta: Supongo que sí, mi Señor. Pero luego yo no pienso darle explicaciones a Dios.
Anselmo: Está bien. Mañana ven a buscarme al hotel y llévame a ese sitio. A ver qué hay por ahí.

A la mañana siguiente (sábado), fui a buscar a Anselmo a su hotel en mi humilde coche (foto que adjunto, claro).
...
...
...
...
...
...
...
...
...
...
...
...
...
...
...
...
...
...
...
...
...
...
...
...
...
...
...
...
...
...

Escuchaba Ramstein a todo trapo, pero él se empeñó en poner ABBA. (Seguro que lo negará todo en su blog, el muy canalla). Dijo que le recordaba viejos tiempos. De cuando se vestía de mujer y correteaba alegremente delante de los últimos grises allá en la Transición.
Me vi obligada a poner la música que él quería (ABBA, ABBA y más ABBA). En fin… ‘¡todo sea por no tener que escuchar sus rrrrrrrrrrrebuznos!’, pensé.
Allí nos dimos cuenta de que todas las calles se llaman igual, o, al menos, eso rezaban los carteles de las paredes: ‘Asegurada Incendios’ y ‘Entrada Accesoria’, por lo que era imposible seguir un mapa. También nos dimos cuenta de que el Gran Anselmo no tiene ni puta idea de leer un miserable mapa. Prácticamente acabamos en Ávila siguiendo sus indicaciones.
Yo, que ya estaba un poco hasta los ovarietes de semejante comportamiento despótico y autoritario, decidí amenazarle con dejarlo tirado allí para que se volviera a su hotel en taxi con frases como:

- ¿Cuánto puede costar un taxi de aquí a Bubilandia?
- ¿Preguntamos a ese taxista si te lleva?
- ¡¡¡¡¡TAXIIIIII!!!!!

Al final, acabé por hacerle bajar de mi humilde utilitario y, atado de pies y manos, meterlo en un taxi que pasaba por allí.
¡Qué paz! ¡Qué tranquilidad! Fueron los sesenta minutos más felices del día. Iba yo tan tranquila por las calles de Toledo, haciendo fotos aquí y allá, hasta que alguien me tocó un hombro. Me giré, era el taxista con el que había pactado antes el camino de vuelta de Anselmo a Bubilandia que, con gesto de suma contrariedad, me miraba de arriba abajo y, señalando el fardo que había en su asiento trasero, me decía:
- Lo siento, señorita Rata, pero será mejor que se quede usted con esto.
Le eché un vistazo, vi que era Anselmo, con los ojos inyectados en sangre.
- ¿Hay algún problema, señor taxista?
- Pues sí, lo hay. Cuando estaba a punto de llegar al hotel he decidido dar la vuelta porque no aguantaba más.
- ¿No se ha portado como debiera el cliente? –le pregunté.
- En realidad no se ha movido un ápice. Lo que no he podido soportar es tenerle casi una hora vociferándome en la oreja: ‘¡¡¡¡¡UN DESALOJO, UNA OCUPACIÓN!!!!!

XD

Tuve que cargar con él para devolverlo al hotel. Esta vez, amordazado.

Mañana contaré más aventuras de ese aciago día, si Dios no me cierra antes el blog.

¡Un beso, mom petits de sussue!