jueves, 17 de septiembre de 2009

La Rata Infecta se va de Fiestas… Part Three O la Vuelta a las Librerías de la Colección ‘Elige tu Propia Aventura’.

¡Aló, mom puturrús de foie!

Como ya todos sabréis a estas alturas, Glaglagluix ha estado de fiestas estas dos semanas atrás.
¡Ahhh! ¿Que no lo sabíais? ¡Haber estado al loro del blog, hombre!



El caso, es que el día del pregón me fui con mi sobrino el Guisante a ver a su adorado Dani Mateo…


Como se puede apreciar en esta foto, el jodío se parece a mí una barbaridad :-D

No habíamos llegado a la plaza cuando empezó a aparecer gente y más gente (humanos, por supuesto). Innumerables adultos con sus crías. Nosotros, que estábamos tan tranquilos, tuvimos que luchar para evitar que nos pisotearan o nos tiraran al pilón. Al fin, mi Guisguis y yo conseguimos un sitio seguro desde el que ver el espectáculo y esperar… y esperar… y esperar…
Mi Guisante, al ver crías de humanos, salió corriendo tras ellas para jugar y entretenerse mientras hacíamos tiempo. Cual sería mi sorpresa, cuando una camada de humanos vestidos todos igual (peñas, creo que les llaman), se colocó a mi siniestra. ‘¿Qué demonios querrán estos ahora?’. No debían ser más de ocho o nueve crías, todos vestidos con camisetas, pantalones y sudaderas o camisas del mismo color y un extraño eslogan en la retaguardia.
Al principio no les hice ni pajolero caso. ¿Para qué? Mientras no intentaran venderme o robarme nada… Pero eso, como acabo de decir, fue al principio.
‘¡Pum!’. Sonó a mi alrededor. ‘¡Pum!’. Atronó. ‘¡PUM!’. Los ruidos cada vez eran más frecuentes y más cercanos. ¿De dónde provenían?
Giré a mi alrededor, niños corrían jugando, ajenos al estruendo. Sus padres los miraban con ojos soñadores. ¿Acaso nadie se daba cuenta de lo que estaba ocurriendo?
Mi sobrino, el Guisante, vino hacia mí con gesto de terror.
- ¡Tía Rata Infecta, unos niños me están tirando petardos!
¿Así que era eso? Me volví hacia el foco de todo. La manada de cernícalos peñeros que se había colocado a mi izquierda dejaba pasar su tiempo muerto lanzando pequeños petardos contra los niños que jugaban junto al Ayuntamiento y, por ende, contra mi ratón, al que parecían haber cogido cierta inquina.
- Por favor, ¿podéis dejar de tirar petardos a los niños? –Les pregunté no sin cierto tono de autoridad.
Y ellos dejaron de tirar petardos.




















De verdad, si a estas alturas os habéis creído que esto termina así, es que no me conocéis lo suficiente.
Evidentemente, los niños no dejaron de tirar petardos. Especialmente una niñata con camiseta azul que, a pesar de no tener más de doce o trece años, me fulminó con la mirada y continuó con su estupendísima labor humanitaria (¡jalagran…!).
- Por favor, dejad de tirarles petardos a los niños, que los estáis asustando…
La criaja continuó tirando petardos como si en ello le fuera la vida. Sus amigos la miraban como diciendo ‘¡pues parece que se ha vuelto sorda!’.
- ¿Quieres dejar de tirar petardos de una puñetera vez? ¿No ves que están jugando tranquilamente y tú estás dándoles por saco?
Como es natural, al dirigirme a la cría de un humano, utilicé un lenguaje firme, pero educado. Quizás, si le hubiera dicho: ‘puta’ en lugar de ‘puñetera’ y ‘culo’ en vez de ‘saco’, además de añadir una serie de improperios de mi propia cosecha, la niñata de los coj… habría sido, cuanto menos, más respetuosa.
- Pues que no corran delante de nosotros. Porque no creo yo que sea para asustarse.
- A ver, ellos tienen la mitad de edad que tú. Están corriendo sin molestar a nadie y tú, en lugar de tirarte los petardos en la cara, se los estás tirando a ellos en los pies. Me da a mí que sí que es para asustarse.
- Que se vayan a otro sitio a jugar…
¡Señor, Señor…! Vivan los pueblos y su peculiar y cívica forma de ver la vida.
- Corrección. Ellos estaban antes que tú.
- A mí me han tirado muchos petardos a los pies y nunca me he asustado.
- Pero tú tienes el doble de su edad y ellos no te están haciendo nada malo. Si quieres vengarte busca a quien te los tiró a ti. Pero haz el puñetero favor de dejar a los niños en paz.
- ¡Claro, como se traumatizan…!
A medida que la conversación avanzaba, me daba más y más cuenta de que se me hinchaba la vena frontal. Si la niña no cedía iba a tener que buscar a sus padres y montarles el pollo por la niña maleducada y grosera que tenían en casa.
- ¿Quiénes son tus padres?
La niña me miró con desprecio. Con el mismo desprecio que se usa para mirar una mierda reciente en la suela del zapato. Se escabulló entre sus amigos y continuó tirando petardos mientras decía erre que erre a los camaradas que querían escucharla: ‘Claro, es que los pobres se asustan’. ‘Es que se van a traumatizar’… De vez en cuando me lanzaba miradas furibundas, como si me estuviera perdonando la vida y no supiera si yo iba a ser capaz de cumplir la amenaza de hablar con sus padres (aunque supongo que la cosa habría seguido igual, seguro que estos aplauden el comportamiento de la déspota de su hija).

Hasta aquí, mis querid@s blogger@s el inicio de la historia. No sé si conoceréis cierta colección de libros publicados allá por los ochenta que se llamaban ‘Elige tu propia aventura’, a continuación os podré varios finales alternativos para que elijáis el que más os gusta :-D



1. Me encaro con los padres, dándoles una prolongada disertación sobre la conveniencia de educar a la progenie en el útil uso de la dialéctica y el respeto a otras personas y especies de cara a un futuro más prometedor como posible Embajadora de ACNUR y no como macarra de tercera regional.
2. Discuto con la niñata hasta que se hace de día… tres jornadas más tarde.
3. Le trepano los sesos, descubriendo que no hay nada dentro de su cabezota de melón. Sólo dos neuronas aburridas y un par de telarañas.
4. La atropello y me doy a la fuga (lo que en términos de Rataciudad es hacer una ‘Farruquitada’).
5. Le bajo los pantalones en publico (y ante el alcalde y los pregoneros) y le propino veinte azotes con la vara de medir.
6. Le hago tragar los petardos y espero hasta que, uno a uno, estallan en su sonrosado esfínter.
7. Le pego tal somanta de palos que está cagando dientes tres semanas.
8. Le pego tal somanta de palos que tiene que recoger del suelo sus dientes con los dedos rotos.
9. Me hago una estola con su pellejo.
10. Juego a las canicas con sus globos oculares.

En fin, querid@s mí@s... Elegid, elegid XD

¡Un beso, mom petits de sussue!

PD.: ¡¡¡¡¡PISTA!!!!! El número 4 no anda muy lejos XDDDDD
PD2.: Al primero que diga que la foto de mi sobrino el Guisante está retocada con el Potachof, ¡le arranco la cabeza! (leer con la entonación de la Premio Nobel de la Paz y Princesa del Pueblo, Belén Esteban XD).
PD3.: ¿Por qué estará tan mal visto entre vosotros, humanos, el darle una azotaina bien merecida a un menor? :-$
PD4.: ¡Coño, qué cabeza más pequeña tiene mi Guisguis! Ya podíais haberme avisado, leñe...! XD