domingo, 4 de octubre de 2009

La Rata Infecta contra los Intolerantes

¡Aló, mom puturrús de foie!

Alguna vez he hecho en este blog un bosquejo bastante apañado de los habitantes de Rataciudad. Pues bien. Hoy os voy a hablar de los vecinos que me rodean. ¿Por qué? Por una razón muy simple… ¡¡¡¡¡PORQUE ME SALE DE AHÍ MISMO!!!!! XD.
Hace un par de semanas, Rataciudad se levantaba con una nueva promesa del mundo de la pluma. Una mujer que se está haciendo un hueco en la Ciencia Ficción con columnas como esta en la sección de Opinión de una revista local.



En vista de que me siento aludida… muy aludida, voy a hacer lo que me piden el alma… el corazón… el cerebro… y ¡mis ovarios!

Querida I. Murillo (Ipuntomurillo):

Por desgracia, mis progenitores me han prohibido terminantemente contestar a su carta en el mismo medio de información. Por suerte, no han dicho nada de responder en mi blog. Así que, ‘¡Al ataquerrrrrrrl!’.
Como alguien dijo una vez, en una historia siempre hay tres verdades. La verdad de uno, la verdad de otro y la verdad.
Y como su carta cojea como un palomo con una sola pata, me veo en la obligación de iluminar los puntos oscuros que en ella encuentro y que son los siguientes:

1. Efectivamente, cuando se vive en comunidad hay que tolerar ciertas molestias:
a) El ladrido del perro. Nada que objetar porque yo ya no tengo. Se da la casualidad de que es la vecina que vive en la cloaca que hay entre la suya y la mía.
b) El humo de la barbacoa. No sé si lo dirá para lanzar la bombita. Pero podemos tener en cuenta, si usted quiere, que su hija hace barbacoas con una parrilla portátil cuando usted y su marido no están en casa. Y hay varios testigos de la que montó la última vez allá por el mes de julio. Cuando creíamos que íbamos a tener que llamar a los bomberos al pensar que incendiaban la casa.
c) Las hojas del árbol del vecino. Me limito a remitirla al punto 1.a, y a añadir que usted también ha tenido árboles en su jardín. Por lo que debería aplicarse el cuento.
d) Los gritos del niño. ¿Quiere que los amordacemos o les pongamos un collar de castigo?
e) Los gritos de los padres del niño. Me limito a remitirla al punto 1.d.

2. Indica usted que vino a nuestra cloaca a disculparse porque su gata entró en nuestro jardín y se llevó varios juguetes y quería devolvérnoslos. Pues bien. A esa maravillosa e idílica estampa llena de ternura, comprensión y estupendísimas canciones de ‘Sonrisas y Lágrimas’, voy a añadirle unos cuantos detalles. Sin acritud:
a) Que usted, en ningún momento, pidió disculpas por el comportamiento poco adecuado de su mascota.
b) Que nos devolvió los peluches sin tan siquiera pasarlos por la lavadora.
c) Que pasó por alto que algo tan tremendo como una alergia a pelo de gato pudiera darse a alguno de nosotros. Cosa que es el caso. No de ninguno de mis sobrinos (que son los que juegan con los juguetes y peluches), sino de uno de mis ratahermanos.
d) No nos devolvió uno o dos peluches, sino seis: dos elefantes, un camello, un león, un Piglet y un Nico de Imaginarium... Aunque es posible que se me olvide alguno. Esto viene a demostrar que su gata, a no ser que sea una auténtica heroína, tuvo que entrar más de una vez en esa misma noche para cometer su ‘pequeña’ hazaña.
e) Recordarle que su 'disculpa' fue algo así como: 'Tengo estos gatos así que...'. Cosa que sería como decirle a usted: 'Me he comprado un tigre, así que guarde a sus hijos en casa'. Si eso es una disculpa, que baje Dios y me lo explique con dibujos, porque no lo entiendo.

3. Sinceramente, señora vecina, me suda la… nariz, que sus gatitos estén desparasitados y totalmente vacunados. ¿Por qué?
a) Porque la vecina de la siguiente cloaca (tres por encima de usted, es decir, la siguiente a la nuestra, llamémosle ‘C’), vino quejándose un día de que había encontrado a su adorable mascota, tumbada tranquilamente sobre la colcha de su cama cuando salía del baño. ¡Deprimente! ¿Acaso ‘C’, con el asco que le dan los gatos y más los que no conoce (dicho por ella), tiene que ‘tragar’ con su negligencia para con sus propias mascotas o con las ‘adorables’ visitas con que ésta le obsequia?
b) Porque la vecina ‘G’ (que vive entre su cloaca y la mía) nos regaló hace unos meses una piscina ‘hinchable’ para mis sobrinos (El Guisante, el Pelotilla y el Canijo) y que apareció, INEXPLICABLEMENTE, pinchada y revuelta en el césped del jardín donde la habíamos dejado plácidamente la noche anterior. ¿Cómo es posible que los pinchazos tuvieran las marcas de unas adorables garras?
c) Porque en nuestro césped han aparecido corritos de hierba quemada. ¿Serán de pis?
d) Porque en nuestro césped han aparecido encantadoras muestras biológicas sólidas de color marrón que, a no ser que salgamos de noche nosotros al jardín a cargar en él sin darnos cuenta, me inclino más a pensar que la culpa es de su simpática mascota.
Por lo tanto, que los gatos hayan nacido o no en su casa, que se utilicen para terapias con niños autistas o discapacitados, o que vengan de la mismísima Casa del Rey, me la suda… y de qué manera, oiga.

4. Dice usted que no le gustan los gatos. Curiosa manera tiene de demostrarlo cuando en su casa (que yo haya contado), ha llegado a reunir cuatro de golpe y porrazo. Cosa que me la pela. Pero aguántelos usted, que los demás no tenemos la culpa.

5. Efectivamente, mi padre fue poco diplomático con usted. Pero, teniendo en cuenta lo que le acabo de enumerar, es poco lo que hizo y poco lo que le pueda hacer a sus ‘deliciosas’ mascotas. A fin de cuentas, mi padre estaba defendiendo su propiedad.

6. ¿Quién es usted para hablar de educación y de legar mensajes a niños cuando trata así a sus mascotas? ¿Cuándo no les imprime ningún tipo de disciplina? ¿Tenemos que hablar de respeto al prójimo? ¿O pasamos página teniendo en cuenta que yo todavía estoy esperando a que su hija (sí, su hija), venga a mi casa a pedirme disculpas por un arañazo que me hizo al coche con… ¡oh, albricias y jolgorios!, su ‘Megane’ azul metalizado? ¿Hablamos de educación? ¿De la misma que le ha inculcado usted a su hija cuando le arreó otro golpe a mi hermana en el coche, estando ella dentro con mis sobrinos, y no fue capaz de bajarse y pedir disculpas teniendo en cuenta la fuerza con que lo hizo al echar marcha atrás sin mirar y a toda velocidad? ¿De esa educación? ¿O de la que demostró alguien de su cloaca cuando, hace poco, viniendo unos tíos míos a cenar a la mía (uno de ellos en silla de ruedas), tiraron una colilla por encima de la puerta de SU jardín dándoles de lleno y, tras recibir la reprimenda de uno de ellos ustedes hicieron, lo que se dice, 'mutis por el foro'? ¿O quizás cuando en esa otra ocasión, alguien en su propiedad celebró una fiesta hasta altas horas de la noche (con las consiguientes molestias a los vecinos colindantes) y, a la mañana siguiente cuando estos fueron a pedirles explicaciones ustedes no quisieron abrirles la puerta? Ellos los vieron aparecer instantes después por la zona de los garajes y les hicieron llegar su malestar. Ni usted, ni ninguno de los que había allí dijeron nada. Eso sí, al cabo de un par de horas (o de días, no recuerdo qué me contaron), los susodichos vecinos se encontraron en su buzón una nota manuscrita en la que les ponían de vuelta y media. Llamándolos groseros y quién sabe cuántas cosas más. ¿Hablamos de esa educación? ¿O hablamos de ese ‘diálogo’ y ‘fuerza de la palabra para resolver conflictos’. Ver la paja en el ojo ajeno…

Y he aquí mis conclusiones:
1. No estamos hablando de hacer daño a un animal. Pero cuando yo me lo encuentro en la cocina de mi casa sin haber sido invitado; cuando al cabo de unos días se lo encuentran mis padres en el salón tan ricamente; cuando nos pincha la piscina de los sobrinos; cuando se le piden explicaciones y usted se calla porque es incapaz de pregonar con el ejemplo; cuando su adorable mascota nos roba (sí, nos ROBA), los juguetes de los niños; cuando su gatita se sube por las tapias de los vecinos y es capaz de esperarlos tumbada en las camas ajenas; cuando se nos caga y mea en el jardín; y cuando usted es incapaz de venir a pedir disculpas, sí, se nos hinchan las pelotas. Y, aunque a su gatita (tan desparasitada ella y tan mona), no le pase nada, tendemos a querer colgarla del palo mayor. O a hacernos una estola con su pellejo. ¿Por qué? Pues porque el ser humano es territorial por naturaleza. No llegamos al nivel de los perros de tener que mearnos en las esquinas. Pero nos gusta que los de fuera respeten nuestra propiedad. Es mi casa. Y si no quiero gatos, no los quiero. No tengo porqué soportar los de la vecina maleducada de turno.
Debo añadir que yo he tenido perro. Un Samoyedo más bonito que un San Luis. Plasta y cotilla. Y que alguna vez se ha colado en garajes ajenos, sí. Pero nos hemos deshecho en disculpas con el 'afortunado' vecino que ha visto entrar en su propiedad a nuestra gigantesca y juguetona bola peluda.
2. Yo no tengo ninguna queja sobre la educación de mis sobrinos. Pero, teniendo en cuenta que es usted psicóloga infantil de apoyo a refugiados que el Ayuntamiento de Rataciudad pone a disposición de los ciudadanos, sí las ha habido sobre usted. Tanto a nivel profesional, como a nivel vecinal.
3. Hace un par de semanas, al levantarse mis padres, observaron a uno de sus gatos enganchado a la red con la que mi padre protege las uvas de su parra de los pájaros. Lo soltó para que corriera ágilmente a los brazos de su ama mientras él (mi padre), se dedicaba a quitar los excrementos que nos había regalado su adorable mascotita. Tenga una cosa en cuenta, señora I., mis padres se van de vacaciones esta semana. Si yo me levanto y veo a su gato enganchado (adoro a los animales, pero esto ya es el colmo), prometo que no lo voy a tocar, no. Le haré unas cuantas fotos en la posición en la que le halle, iré hasta su casa y, si es necesario, la arrastraré a usted de las orejas para que lo recoja con los dientes si es preciso. Si, por el contrario, son cacas de gato lo que me encuentro (yo ya no tengo, lamentablemente, ningún animal, por lo que habré de deducir que son de gato), la recogeré con mucho gusto y se las podré en una bolsita en el buzón, colgadas del pomo de su puerta o en el mismo suelo de su casa. Todo por la convivencia, la tolerancia y la educación. ¡Tómeselo como una amenaza!
Para muestra de lo que digo, aquí tengo unas cuantas pruebas del merodeo del p*** gato de los c***nes.

Fotos tomadas el 6 de abril de este año en nuestro jardín y sobre nuestro Pruno.





Fotos tomadas el pasado 23 de septiembre:

1. Gatomierda paseándose:


2. Gatomierda disimulando:


3. Sistema de última tecnología para evitar que el gato se les escape. Creo que en la NASA hacen algo por el estilo en los transbordadores para evitar abordajes alienígenas...


4. Gatomierda paseándose II


5. Gatomierda en acción


6. Malla donde se engancha la mierdagato.


7. Gatomierda alejándose calle arriba...


8, 9 y 10. Gatomierda entre la maleza. Prueba de agudeza visual.






¡Un beso, mom petits de sussue!

PD.: Ni la vecina ‘G’, ni la vecina ‘C’, ni nosotros sabemos dónde está su maravillosa gata. Pero le doy pistas de dónde puede empezar a buscarla. Aunque a veces esos bichos desaparecen durante días sin dejar, tan siquiera, una nota de despedida...









Pruebe a buscarlo aquí...



O aquí...



Incluso aquí...



O aquí...



O aquí...