La Rata Infecta se va de Fiestas… Part One

¡Aló, mom puturrús de foie!

Glaglaguix de la Sieda está de Fiestas. Ahora… En este preciso instante. Mientras estoy posteando.
Aunque su Fiesta Gland… digo, GRANDE es el 9 de septiembre (¡qué gran fecha para el recuerdo…!), los glaglagluixeños son mejores que nadie y tienen una semana de prefiestas y otra de fiestas. A mí, como rata que soy, esta situación me recuerda al del tío (humano, claro) que tenía la polla más grande del mundo, porque tenía prepucio, pucio y post pucio… XD
Por esta razón, aunque oficialmente las fiestas suelen comenzar el seis o el siete (dependiendo del día de la semana), y terminar el trece o catorce, lo normal es que desde principios de septiembre ya lo tengan todo preparado para el día grande de Glaglagluix… ¡¡¡¡¡EL INICIO DE GRAN MARRANO!!!!! Digo, no… ¡El día de la Virgen del Espinar!
Desde finales de agosto ya se empieza a mascar la sensación festiva en el pueblo. Las calles se llenan de grupos de humanos que hablan de las peñas que van a formar para llevarse un jamón (de gorrino, por supuesto), de las actuaciones estelares (‘La Maravillosa Orquesta Recuerdos’, ‘La Magnífica Banda del Pasodoble’…), o de las pruebas de la ‘guincana’ popular de peñas.
Este año, con el tema de la crisis, se ha notado sensiblemente la reducción de corridas (de toros). Y gracias a Dios que son las de toros y no las de todos. ¡En fin! Que habrá quién me contradiga en esto :-D (En lo de las corridas de toros, no de todos… ¡coñiiiiiiiiiiiiiiiiioooooooooo, que me estoy liando!).
El caso es que ayer me reuní con los humanos en la plaza del Ayuntamiento para oír el pregón a cargo de los actores Maria Elena Ballesteros y Dani Mateo, que amenizaron el inicio de las Fiestas con agradecimientos y consejos para llevar mejor la ingesta de alcohol al por mayor y las ganas de dormir la mona en los bancos del parque.





Cuál sería mi sorpresa al descubrir que en el centro de dicha plaza, algún energúmeno (borracho, sin duda), se había ‘olvidado’ un delicioso jamón en lo alto de un poste. Así, como quien no quiere la cosa. ¿Por qué sois tan raros los humanos, leñe? O quizás el jamón había decidido…



Apenas prestaban atención al sabroso jamón ahí abandonado. En su defecto, salieron corriendo tras unos muñecos altísimos con enormes cabezas que bailaban al son de la orquesta municipal (sí, municipal, como los policías), con brazos muertos y rostros absolutamente inexpresivos. ¡Qué raros sois los humanos, copón!
Mi ratahermana, mis sobrinos y yo conseguimos dar caza al pregonero (suena a chiste, pero es real), y al grito de: ‘¡Al ataqueeeeeeee!’, le hice una foto posando con mi sobrino Guisante.



Un humano muy agradable que no dudó un momento en pararse un par de segundos para firmar autógrafos y hacerse fotos con los congregados.
Pero yo seguía temiendo por el jamón suicida. ¿Nadie le prestaba atención? ¿Y si caía al vacío? ¿Y si se rompía una pata al tocar el suelo XD?





Sufría por él. Me relamía por él. ¿Nadie se daba cuenta de su dolor? ¿De su desesperación? Menos mal que un valiente lo vio y se prestó a subir como un campeón a lomos de otros humanos que le hicieron de apoyo…



Sobre ese valiente subió otro más. ‘¡Rápido! ¡El jamón! ¡Se caerá!’, gritaba yo. ‘¡Adios, mundo cruel!’, gritaba el jamón con una voz tierna que salía de su negra pezuña.



El aguerrido muchacho de camiseta roja siguió trepando y trepando. Quería salvar al jamón con todas sus fuerzas. Quizás pensaba que este podría dejar huérfanas a tres o cuatro patas, o a varias longanizas… ¡Pobre jamón!



Sube, que sube, que sube… Trepa, que trepa, que trepa... El muchacho se iba acercando al jamón. ¿Sabrá convencerlo para que no lo hiciera? ¿Será buen negociador?



La tensión se mascaba en el ambiente. El valeroso joven se colocó bajo el jamón, temiendo que en cualquier momento este pudiera saltar al vacío. Abrazándose al mástil como si fuera un koala.



Se soltaba de una mano y se acercaba lentamente… ‘¡No te sueltes!’ –le gritaba el valeroso joven- ‘¡Agárrate fuerte! ¡Espera un poco!’.



El chico llegó a lo alto del palo. La plaza en pleno guardaba un silencio sepulcral. Algo le susurraba a la pata de gorrino. Pero apenas nos llegaban ligeros siseos. Consiguió sujetarla por la pezuña. La asía con fuerza mientras con su siniestra se aferraba al mástil. ‘¡Ya te tengo!’ -Gritó el muchacho mientras los humanos congregados prorrumpían en aplausos y vítores.
Pero ahí no había acabado todo. Con un rápido e incomprensible movimiento, el muchacho soltó el jamón hacia sus amigos, que esperaban abajo armados con un largo cuchillo. El resto os lo imagináis, claro.



De vuelta a casa, mi sobrino Pelotilla iba hablando con su madre, mi ratahermana:

Pelotilla: ¿Zabez qué, mamá?
Ratamadre: ¿Qué, Pelotilla?
Pelotilla: Puez que la pdócima vez que pongan el jamón…
Ratamadre: Vas a subir tú a buscarlo…
Pelotilla: Puez que la pdócima vez que pongan el jamón allí adiba, puez tú zubez y lo cogez, ¿vale?

Llegamos a casa y el enano estuvo trepando por las barras de la barandilla de las escaleras tratando de coger sus muñecos y llamándolos jamones.

¡Un beso, mom petits de sussue!

PD. : De verdad, humanos, que no os entiendo… ¡Pobre jamón!